12.1.07

Into the blue again

El día, 2 de Diciembre del 2006, el lugar, el Cultural Roots, centro histórico. En realidad yo ya iba a mi casa, no tenía ganas de salir; una o dos llamadas hicieron que cambiara de opinión.

Subiendo la escalera encuentro a un molesto e intoxicado amigo que me reclama por no haber llegado antes, no estoy de humor y cuando pasa a mi lado lo empujo con el hombro. Ni siquiera voltea...

Rápidamente encuentro a quienes marcaron a mi teléfono, insisto en decirle al hombre del grupo que la herida alrededor de su ojo lo hace ver como un tipo con el que hay que tener cuidado, jajajaja. Después de eso platico un rato con la mayor de las chicas guapas que llegaron con él (mientras un casi nulo trabajo de ingeniería de sonido hace que Pit er Pat se escuche terrible). Normalmente las chicas guapas son asediadas todo el tiempo y cuando el segundo individuo que llega a saludarla atrae su atención decido zafarme para ver quien más está en el lugar.

El evento había empezado tarde, el itinerario tenía horas de retraso y sin embargo había muchos que estaban dispuestos a llegar a la última presentación del cartel.


Estuve de pie un buen rato de la presentación de The Album Leaf, "el highlight de la noche" (un músico de Sigur Ros había volado hasta México para tocar con ellos). Me encontraba lo más lejos que se podía del escenario y otro amigo se había quedado junto a mí todo ese tiempo después de habernos topado. Se estaba durmiendo y ya se quería ir. Me cansé de estar tan lejos de la demás gente y lo invité a que nos acercáramos, dijo que ahí estaba bien y le contesté que lo veía luego.

Los cambios de perspectiva son interesantes, me senté a unos 5 metros de la gente, del lado izquierdo del escenario. Me recargué en una valla y me dio risa ver que estaba frente al hermano mayor del amigo que acababa de dejar. Evidentemente pacheco bailaba al lado de su novia. Cerré los ojos...

Cuando los abrí, los hermanos ya estaban juntos y una chica estaba abrazando al menor, al que minutos antes se quería ir. Qué bueno que no lo hizo.

Empecé a inventarme historias para explicar lo que estaba pasando y la mejor sin duda era que se habían conocido ahí, que ella había tenido la necesidad de abrazar a alguien y él pasaba por ahí teniendo el mejor timing de su vida. El abrazo era tan F U E R T E que casi se podía sentir. "Qué envidia" pensé, "de la buena", antes de volver a cerrar los ojos y dejar que la música nos abrazara a todos.