8.9.08

El que le dice sí a un instante...


A veces la combinación de factores es insuperable, como si alguien en el editor de vidas llamara al template de "Momento Favorecedor para el personaje principal de la historia".

Había logrado ver la estatua del "Flaco de Oro" en Granada, España aún a pesar de que la oficina de información turística estaba cerrada ese día. Todo el recorrido había sido caminando y para cuando regresé al Albayzín estaba contento, cansado, muy cansado pero contento. Hice una parada en una casa de tés marroquí para relajarme un poco ante el duro camino de subida que me esperaba hasta el hostal. En la mesa de al lado un tipo le fanfarroneaba a otro pendejadas intrascendentes. Frente a las mesas había escalones de piedra en donde un grupo de vagos locales bebía despreocupadamente mientras el Sol terminaba de caer. Un malabarista callejero acosaba a los transeúntes para que le dieran unas monedas, me pedí una infusión "Alhambra" y me perdí en el espectáculo de las diferentes reacciones de la gente ante el asedio.

No la vi llegar, cuando me di cuenta de su presencia ella estaba ocupando la mesa de los insufribles que había decidido borrar, ¡ja!, ¿acaso tenía yo el control del editor de vidas?

Ella era bellísima. No había terminado de acariciar visualmente su figura cuando empezó a sacar de su bolsa una cartera ENORME y un moderno teléfono celular; acciones que por supuesto no fueron ignoradas por los lobos que descansaban en los escalones de piedra. Devolvió las dos cosas a la bolsa, la puso sobre una silla, se levantó y empezó a caminar lentamente hacia el interior de la casa de tés para comprar un paquete de cigarrillos, no sin antes darse la vuelta para poner sus ojos azules en los míos. Ahí sostuvimos nuestro primer diálogo y fue mudo; a base de gestos le dije que no dejara la bolsa así, ella, sin decir una sola palabra me preguntó si se la cuidaba y yo asentí.

Me cambié de lado y silla en la mesa que ocupaba para poder agarrar la bolsa e intercambiar una sonrisa agresiva con los observadores en las escaleras. Cuando ella regresó le dije en inglés que nunca hiciera eso, ella me contestó que al haber aguantado su mirada sabía que yo no se la iba a robar. Cinco minutos después estábamos sentados a la misma mesa y hablando en Español. Era alemana y había hecho labor social en Centroamérica, platicamos unos 50 minutos más sobre nuestras vidas, sobre el estar vacacionando ahí en ese momento y antes de levantarnos para seguir cada uno su camino, nuestro lenguaje corporal era totalmente cercano. Ella estaba muy cansada y yo me iba de ahí temprano al otro día.

Quedamos de vernos en Alemania en Otoño, cerca de Frankfurt, me dijo que me iba a gustar. Aún no llega el Otoño.

5 Comments:

Blogger r. said...

Hermosa crónica. No tienes nada que pedirle a Vila-Matas.

Un abrazo y hasta diciembre.

t.

lunes, septiembre 08, 2008 11:03:00 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

pues ya casi es otoño...

miércoles, septiembre 10, 2008 10:09:00 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

orale tio ke loco

viernes, septiembre 12, 2008 11:57:00 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Frankfurt está increíble, y con gente bonita que te de el tour, pues mejor. :)

FOTOS!

miércoles, septiembre 24, 2008 1:59:00 p.m.  
Blogger aLe!barrera said...

Si otro día te apetece ir a Granada vamos juntos. Me gusta el post. Siempre he deseado un 'control z' para mi 'tiempo real'. También quisiera otro otoño. Que lindo.

domingo, enero 11, 2009 6:23:00 a.m.  

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